miércoles, 15 de enero de 2014

¡Mi mariachi!

Buscaba un título para esta nueva entrada y no pude evitar recordar ese grito que Luis Miguel hace cada vez que se refiere  a los músicos que lo acompañan en el escenario… “¡Mi mariachi!”. Pues si, tal parece que empezaré a adoptar esa frase cada vez que oigo cierto soundtrack en mi iPod.

Y es que desde hace algunos años, hay una lista en cada uno de los reproductores de música que tengo, y la cual está dedicada única y exclusivamente a las rancheras, ¡SI SEÑOR! No sólo es porque sea mexicana y cada uno de nosotros por lo menos se sepa una estrofa de una ranchera de José Alfredo Jiménez o de otros exponentes de este género,  sino porque he redescubierto esta música a través de una historia; que digo una novela… LA novela.

Hace tiempo la encontré por casualidad y hoy sigue estando presente. Es nada mas ni nada menos que La Hija del Mariachi, una historia colombiana que ha atrapado a miles o millones de personas alrededor del mundo y que a casi siete años de distancia sigue emocionándonos igual o mas que antes.

Pero, ¿qué fue lo que me atrapó? ¿qué me hizo ver esta novela?  Bueno he de confesar que en primera instancia no me llamó tanto la atención (siii, lo acepto!!!); había algo que no terminaba de convencerme así que me decidí por otra historia, pero al poco tiempo le di una segunda oportunidad y vaya que no me arrepentí.

La Hija del Mariachi  -o mejor conocida como LHDM- es una historia que tiene de todo un poco: música, buenos diálogos, comedia que no cae en lo rebuscado o la payasada, acción, su toque de maldad, romance, pero lo mejor son sus excelentes actuaciones.  Desde el primer capítulo nos deja en claro una cosa: no será uno de esos dramas convencionales a los que estamos acostumbrados, por lo menos en México, donde la protagonista de bajos recursos es buena e inocente hasta el final; en donde el malo es muuuuuuy malo (y eso lo constatan sus frases que sólo se escuchan en las novelas) y, donde la trama y  el amor de la pareja principal entra en un ciclo que va del romance desbordante de miel a infinidad de rupturas dramáticas, entre otros.

Pues no. LHDM desde el inicio nos aclara que la protagonista es dulce y buena pero que también tiene su carácter y se puede defender, donde los malos también tienen su corazoncito si se les busca el lado bueno, etcétera. (Bueno aquí tengo que hacer una aclaración: para mí, LHDM tiene villanos y malos, pero eso ya se los contaré en otra entrada)

Si algo tiene esta novela es la constante en el romance de los protagonistas: Rosario y Emiliano/Francisco (interpretados por Carolina Ramírez y Mark Tacher). Algo que me gustó de la trama es que, dejando de lado un poco el problema principal de Emiliano –ocultarse de la policía mexicana, colombiana y de ocultar su identidad por ello-, la relación de Francisco y Rosario es como la de cualquier pareja de la vida real; claro, sin olvidar el toque literario y ficticio de una historia como ésta.

Otro factor que hizo que me atrapara la novela fueron los diálogos y las actuaciones. Definitivamente Mónica Agudelo (q.e.p.d), escritora de LHDM, consiguió libretos con diálogos sencillos y precisos con los que logró mezclar dos culturas como la colombiana y la mexicana a la perfección. Para ello hay dos casos que, a mi parecer, ejemplifican mejor lo que les digo. El primero son las relaciones de amistad que hay en la trama y la interacción de ambas partes. La mancuerna Francisco-Fernando y Rosario-Lety tienen una forma particular de relacionarse pues son amigos en las buenas y en las malas,  y es por ello que tienen la confianza de darles sus jalones de oreja, regaños y de utilizar el sarcasmo con su respectivo amigo. Así, los diálogos son como los de cualquiera de nosotros con nuestros amigos, cosa que te hace identificar aún más con los personajes.

El segundo caso son los diálogos de Emiliano furioso. Seamos sinceros, la mayoría de nosotros cuando estamos enojados soltamos más de una palabrota; es mas, yo diría que es necesaria para sacar toda esa furia. Obviamente, es impensable que en las telenovelas mexicanas (por lo menos en las que transmiten en televisión abierta) se oiga una grosería en medio de una pelea. Es así que, yo por lo menos, agradezco que en LHDM no haya esta censura, pues a través de este tipo de diálogo se transmite toda la frustración del personaje y se destaca la actuación, en este caso de Mark. (Y si no vean la escena cuando Emiliano habla con su padre desde una cabina telefónica en los primeros capítulos. Y que conste que no soy pelada jajaja)

Si tuviera que analizar a detalle La Hija del Mariachi, seguramente me llevaría días pues hay mucha tela de dónde cortar. Por ahora los dejo con estos puntos que a mi parecer son los que han hecho que varios fans sigamos con la mariachiadicción hasta la fecha. Y a ustedes… ¿qué les hizo seguir esta gran historia?


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